El texto quebradizo es antiquísimo y se ofrece fragmentado. El papel yace transparente en infinitas y delicadísimas capas cortadas por agujeros sin fondo y precipicios de carencias. Papel sobre papel alado, todavía visible, dándose en un rojizo sepia. Oleadas de textos hasta formar una textura levitante mordisqueada por los bordes, rota en el centro, próxima a la desaparición. El recorrido con lupa aumenta la grafía de un idioma desconocido, lengua pretérita. Femeninos índice y pulgar manipulan unas pinzas pasando las páginas etéreas a cámara lenta, para colocarlas allí donde progresa el sentido, de línea en línea. Se trata de rellenar y reconstruir el rompecabezas. Su alegría es la coincidencia.Trazo de textos desamparados, fuera de lugar, perdidos a fuerza de eterno transcurrir del punto aquel en que vinieron a la luz. El saber que hay que adivinar, del que hay que sospechar, en el que hay que creer, se hilvana en retales claroscuros, ansiando arribar a su definitiva fijeza, a la coartada de un sentido absoluto, invariable.Del cruce entre múltiples significados posibles y la realidad tangible de texto torturado por el tiempo, emergen anónimas huellas de más de un autor y, sobre todo, un vacío pertinaz, abajo y siempre a la derecha, provocado por el repetido y ávido quehacer del índice lector.Aquí y ahora, se buscan trece páginas del Evangelio de Judas que habrán de coincidir por las dos caras.
“No tenemos más que un recurso frente a la muerte: hacer arte antes de que llegue”. René Char Para que alguien hable, alguien debe ceder su habla y actuar el silencio. Ese esfuerzo de cada uno me produce, desde ya, una deuda. Por eso necesito deciros algo que siendo mío también se espejee (1) en vuestra experiencia. Así que, signifi-cantemos. Intentaré mostraros el proceso que en mí va de la angustia del Ser a la cura de la creación, atravesando el vacío. Como mi principal objetivo se centra en estimular el debate, dividiré este texto en dos apartados. En el primero fijaré una serie limitada de conceptos básicos para, en el segundo, contaros mi experiencia creadora. Vacío en Heidegger Si nos atenemos al núcleo teórico de Heidegger, su noción de vacío se da previamente. Es ontológico. Alude al vacío con el que todos venimos al mundo. Un vacío que es choque consciente del mundo contra el Ser y que produce angustia. Cuando se conciencia que somos seres arrojados al mundo adviene el Ser-a
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